CIENCIAS FORENSES
Este blog tiene como objetivo la difusión de información acerca de las ciencias que conforman la criminalísitica
sábado, 16 de enero de 2016
El primer homicidio
En el libro muertos que hablan de Luis Carlos Alonso, establece que el primer homicidio tuvo lugar entre cincuenta mil y setenta mil millones de años. Se encontró restos oseos de un hombre al parecer de Neardenthal cuya causa de la muerte pudo haber sido por una herida provocada por una flecha, tecnología propia de los hombres de Cromagnon, se cree que estos dos hominidos, luchaban por el dominio del planeta.
jueves, 26 de noviembre de 2015
RESIDUOS DE DISPARO
Les dejo el link de un importante diario argentino, que explica las técnicas análiticas e instrumentales para detectar residuos de disparo.
http://www.lanacion.com.ar/1761620-alberto-nisman-pericia-polvora-arma
http://www.lanacion.com.ar/1761620-alberto-nisman-pericia-polvora-arma
jueves, 19 de noviembre de 2015
Causa, mecanismo y manera de muerte, Medicina Legal
Muchas veces en la muerte de una persona se plantean tres interrogantes, la causa, el mecanismo y la manera de la muerte, el siguiente cuadro explica brevemente la diferencia entre los tres, que a mi entender se interrelacionan
Gracias a la Dra. Nora Sotelo
jueves, 12 de noviembre de 2015
MICROSCOPÍA ELECTRÓNICA DE BARRIDO, USOS FORENSES (CONICET ARGENTINA)
Esta entrevista fue propuesta y realizada al Dr.
Raúl Bolmaro, I La entrevista estuvo orientada los usos forenses de la Microscopía
Electrónica de Barrido en primer lugar porque este equipo cobro
notoriedad pública a raíz de su utilización en el esclarecimiento de caso del
Fiscal Nisman. En segundo lugar porque el IFIR cuenta con un Microscopio
Electrónico de Barrido que permitía realizar esta nota.
¿Qué buscamos puntualmente con un microscopio de barrido?
R.B.- Cuando uno habla de microscopio es para ver imágenes en general, pero la ventaja que tiene un microscopio electrónico de barrido es que uno puede adosarle diferentes detectores; y entonces la información ya no va a venir sólo como una imagen sino que va a venir, por ejemplo, como una respuesta de los materiales al hecho de que uno los impacte con electrones. Cuando uno impacta cualquier material con electrones, lo que emiten son rayos X. Los rayos X son una especie de huella digital del elemento que estamos viendo. O sea: la huella digital del hierro, la huella digital del plomo digamos, tal como se ve a partir de la señal de rayos X es absolutamente distintiva. Y totalmente diferente de cualquier otro elemento. Entonces, lo que uno busca en un microscopio de barrido es imágenes en primer lugar y después otro tipo de señales como ser, por ejemplo, las que provienen de lo que se llama EDS, que es una espectroscopía de emisión de rayos X. Por esa espectroscopía uno lo que consigue es identificar elementos.
Eso es lo que uno busca en general para cualquier tipo de actividad que uno desarrolla con un microscopio electrónico de barrido en cualquier tipo de material, ya sea porque uno busca información científica, porque busca información arqueológica, porque busca la información médica, o porque busca información forense.
¿Por qué el microscopio de barrido justamente en un peritaje? ¿Hay otro equipo que también puede servir mejor, o el microscopio de barrido supera todo otro tipo de equipo?
R.B.- No, no. Cada problema, digamos, merece la aplicación de un equipo diferente. En particular, esta es una técnica que puede ser importante en la parte de imágenes, para determinar, por ejemplo, cabellos. Si los cabellos pertenecen o no a una persona, o a un animal. O, en el caso del forense, qué tipo de fibras uno puede observar de una alfombra, por ejemplo, de una ropa, para tratar de identificar si la ropa que uno está tratando de ver si pertenece a algún sospechoso, es efectivamente de él, si se corresponden las fibras entre sí. Entonces hay muchas aplicaciones de la microscopía electrónica de barrido; pero hay otros equipos que son más aptos para otros tipos de determinaciones, o sea, hay técnicas que son superiores para algunas aplicaciones y para otras aplicaciones son totalmente inútiles.
Para este tipo de aplicación que es la parte forense, el que un equipo sea superior a otro ¿arroja un resultado distinto o es únicamente de un equipo mejor?
R.B.- En el caso del forense por ejemplo, la resolución, para imágenes es importante. Porque si uno tiene una buena resolución en imágenes, si un equipo es de última generación va a tener mayores capacidades. De cualquier manera en las aplicaciones forenses, la resolución que uno busca normalmente anda en el orden de algunas décimas de micrón (algunos 100 nanómetros) o del micrón. Y prácticamente cualquier microscopio electrónico de barrido actual llega a esa resolución. O sea, no hacen falta resoluciones muy grandes en la parte de imágenes para este tipo de aplicaciones. Así que en ese sentido, prácticamente todos los microscopio que hay en la Argentina, más o menos modernos, tendrían la resolución que uno espera para la microscopía forense. La otra cosa es que si uno busca partículas muy pequeñas e identificar de qué elementos están compuestas entonces uno necesita alta resolución. Si la pregunta que haces es porque fueron de la Plata a Salta, es porque el microscopio de Salta tiene mayor resolución y por lo tanto uno esperaba que si había partículas pequeñas para identificar, éstas fuesen más fáciles de ver y de analizar en el microscopio de Salta que en el de La Plata.
¿Todas las armas dejan rastros?
R.B.- El problema es el siguiente: hay una serie de elementos que son característicos de un disparo de arma de fuego, que son producto de la deflagración, principalmente del fulminante, que es la parte de la munición que va a producir la primera ignición...
¿Qué significa deflagración?
R.B.- Cuando uno aprieta el gatillo, el gatillo mueve un percutor y ese percutor impacta en la parte de atrás de la bala. Eso hace que se encienda un fulminante, el fulminante enciende la pólvora que está dentro de la munición y esa deflagración, o sea esa explosión de la pólvora, hace que el proyectil de plomo sea expulsado hacia adelante. Pero hay muchos de los productos de la combustión que salen hacia atrás. Entre esos productos de la combustión que salen hacia atrás, están principalmente los productos de la combustión del fulminante que son los que tienen determinados elementos característicos.
¿Y qué rastros dejan?
R.B.- Lo que ocurre es que salen partículas producto de las dos explosiones, tanto del fulminante como de la pólvora, y en el caso del revólver salen expulsadas hacia atrás porque el tambor del revólver está descubierto. En el caso de las pistolas sale a través del agujero de la Cámara de la pistola, y esos rastros se depositan en las cercanías del arma y obviamente, en el caso de un disparo de arma de fuego lo que queda más cerca del arma, en ese momento, es la mano. Entonces uno busca principalmente en la mano del que accionó el arma si se encuentren esos rastros. Y esos rastros son, en principio, remanentes de la combustión, tanto del fulminante como de la pólvora. Y los fulminantes tienen la característica de encenderse por impacto. Entonces no hay una cantidad infinita de materiales que se enciendan por impacto pero que al mismo tiempo tengan cierta estabilidad ante la temperatura, ante el transporte; entonces los fulminante que se han diseñado para activar esa explosión primigenia, no son tan variados. Hay un conjunto de ellos que son industrialmente y tecnológicamente aceptables. Entonces ellos tienen un conjunto de elementos que son característicos de esos fulminantes.
¿Y eso elementos, cuáles son?
R.B.- Esos elementos son principalmente: plomo, antimonio y bario. Por otro lado, dejan parte de azufre, producto de la explosión de la pólvora. También aparece plomo, producto de la bala misma, del proyectil mismo. Y aparece calcio y puede haber algunas cantidades pequeñas de aluminio y hierro...
¿Los tres materiales que se tienen que encontrar: plomo, antimonio y bario, los encontras por separado...?.
R.B.- Se pueden encontrar separados o juntos. La idea es que deberían encontrarse juntos.
...Juntos, que significa, ¿fusionados?
R.B.- En una misma partícula.
Los residuos que quedan de la deflagración, en qué parte de la mano quedan: ¿en la palma o en el dorso?
R.B.- La palma está más bien protegida producto de la empuñadura. Quedan más bien en el dorso, en la mano, en la ropa y también, obviamente, después de varios disparos, y en el caso de que un arma que arroje muchos residuos, pueden quedar en la ropa de la persona. Y son fácilmente transportables, o sea que pueden recorrer grandes distancias. Pero lo más probable es que esas partículas, que se enfrían rápidamente y justamente son metálicas, la mayor parte de ellas al menos, se depositen rápidamente. Si son partículas extremadamente pequeñas, pueden viajar muy lejos, en ese caso no las vamos a encontrar en la mano. Por eso es que uno tampoco busca partículas demasiado pequeñas, porque las partículas demasiado pequeñas pueden viajar en suspensión en el aire y no van a quedar en la mano. En todo caso uno las puede encontrar probablemente lejos pero entonces ya no van a servir como prueba de quién ha efectuado el disparo.
¿Una pistola pequeña, ¿puede que no deje rastros?
R.B.- Una pistola pequeña, obviamente, tiene menor cantidad de fulminante y menor cantidad de pólvora. Por lo tanto al tener un poder menor, uno espera el depósito de residuos sea menor. En los casos que hemos analizado nosotros, aún con una pistola calibre 22, siempre hay algún rastro. Nosotros siempre encontramos partículas. De cualquier manera, la literatura dice que es posible que no aparezcan rastros o que los rastros sean negativos; lo cual, en mi opinión, se refiere principalmente al tipo de rastro que uno puede utilizar en la corte. O sea, cuando uno tiene que acusar a una persona para que finalmente sea declarada culpable, uno tiene que utilizar argumentos que estén más allá de toda duda razonable. Entonces, uno no puede utilizar cualquiera de esos rastros para decir que esa persona, efectivamente, disparó un arma. Uno tiene que utilizar aquellos rastros que pueda tener en la mano que sean absolutamente, sin ninguna duda, producto del disparo de un arma. Entonces, muchos de estos residuos se encuentran en otros tipos de sustancias comunes en la vida diaria o en sustancias que se utilizan en la vida profesional de las personas, entonces, por ejemplo, la sola presencia de plomo no debería ser una sustancia que nos lleve a hacer pensar que la persona disparó un arma de fuego.
¿Por qué? Porque, por ejemplo, si hay plomeros, si hay odontólogos que producen algún tipo de reparación en muelas con sustancias que tienen plomo o cualquier otro tipo de actividad donde las personas utilicen plomo, esas personas pueden tener plomo en la mano. Lo mismo pasa, por ejemplo, con algunas combinaciones de antimonio y de plomo y de plomo y bario que pueden estar presente en, por ejemplo, los sistemas de frenos de los automóviles. El azufre puede estar incluso hasta en cremas, el calcio es una cosa común, partículas de calcio en la construcción; o sea que un albañil puede tener mucho calcio en la superficie de la mano.
Entonces, todas esas sustancias, por separado, pueden ser encontradas en la vida diaria. Sin embargo, hay una partícula que se denomina "CARACTERÍSTICA" que es única, que se produce únicamente cuando uno dispara un arma de fuego. Esas partículas son una combinación de antimonio, plomo y bario que, aparte de eso, están fusionados en una sola partícula, y al estar fusionados en una sola partícula esa partícula tiene una forma esférica característica del material que se funde y que hasta ahora no hay ninguna prueba de que en la naturaleza o en alguna actividad, además de la producción de un disparo de arma, se puede encontrar con facilidad.
Esa partícula que es lo que se llama partícula "CARACTERÍSTICA" triple, no es un rastro de pólvora (-la gente habla de rastro de pólvora pero en realidad los rastros de residuos que se buscan son de este tipo de partículas-), es una partícula de antimonio, plomo y bario fusionados los tres en una misma partícula. Y uno dice una pero pueden ser dos, tres, cuatro...... Cuantas más consiga mejor, pero se considera que al menos una de esas partículas en la mano de una persona y el hecho de que sea una partícula pesada (-o sea, que tampoco pueda viajar a grandes distancias-), garantizaría que esa persona a disparado un arma de fuego.
Hay algunos casos de la literatura donde se trata, o se ha probado que esa partícula pueda haber sido transferida a partir de otro lado. Por ejemplo, hay un laboratorio del FBI en EE. UU. donde el laboratorio mismo, después de tantos años de analizar muestras, podía estar contaminado. O sea que uno llevaba una muestra ahí y había ya tantas partículas compuestas de antimonio, bario y plomo que estaban dando vueltas en el laboratorio que uno podía sospechar que se podía haber transferido de otra parte del laboratorio al porta-muestra que uno lleva. Salvo algunas cosas muy, muy extrañas, en general se toma como prueba suficiente de haber disparado el arma, tener una o varias de estas partículas en el dorso de la mano. Sin embargo, esa partícula es lo que se denomina partícula "CARACTERÍSTICA".
Pero hay muchas partículas que se denominan partículas "CONSISTENTES", que son típicas de haber disparado un arma, pero no son pruebas suficientes para condenar a una persona o para acusar, aunque más no sea, a una persona. O sea, uno puede sospechar que una persona puede haber disparados armas si tiene, por ejemplo, combinaciones de a dos de estos elemento: si tienen mucho plomo con bario, y tienen mucho bario con antimonio, antimonio con bario o bario sólo, plomo sólo o antimonio sólo. O sea, son sustancias que no están tan comúnmente en la vida cotidiana como para garantizar que si hoy hacemos el análisis de las manos de 100 personas, arriba del 90% no van a tener ninguno de estos elementos en la mano. Y, las otras 10 personas, uno puede rastrear hasta dónde puede ser que esas personas las hayan recibido o cual es la razón por la cual esa persona puede tener bario, antimonio o plomo en la mano.
...Pero no es la partícula característica...
R.B.- No es la partícula "CARACTERÍSTICA". O sea que, en principio, uno no podría utilizarla en una acusación. Porque el probable acusado siempre podría encontrar, probablemente, alguna razón en su vida cotidiana que podría haber ocasionado que tenga esas partículas en la mano. De cualquier manera, si se trata de una persona, por ejemplo, un oficinista que esta todo el día en una oficina trabajando, y se higieniza habitualmente, no hay ninguna razón para que tenga ese tipo de partículas, tampoco, en la mano, y sobre todo si las tiene en gran cantidad; o sea, si uno analiza una mano y encuentra que tiene una o dos partículas de ese tipo, de las "CONSISTENTES", uno piensa que puede haber habido algún tipo de contaminación por alguna cosa. Si esa persona tiene 1000 o 2000 partículas, entonces uno ya empieza a preguntarse de dónde viene esa contaminación. Porque no es usual que uno tenga muchas partículas en una pequeña área de la mano constituida por plomo y bario, no son elementos usuales. De hecho si hay mucho plomo sabe que puede haber problemas porque es un contaminante que puede ser dañino para la salud; entonces uno debería preguntarse de donde sale tanto plomo, porque el plomo, actualmente, está siendo retirado de todos los productos de uso cotidiano por la contaminación, por el saturnismo, por los daños a la salud. Entonces si uno encuentra mucho plomo en la mano puede preguntarse, y esa persona puede explicar eventualmente, por qué tiene mucho plomo. A lo mejor dice "yo trabajo en una fábrica de baterías" entonces eso se explica fácilmente. Pero, en ese sentido se dice que son "CONSISTENTES". Si uno encuentra una conexión de elementos como ser: azufre, calcio, plomo, bario, antimonio; o compuestos de ellos de a dos, de a tres, con carbono, entonces uno empieza a sospechar que esa persona puede haber disparado un arma o haber estado en las cercanías de un lugar donde se ha disparado una o muchas armas. O sea, una persona que trabaja en un polígono de tiro, puede estar trabajando todo el día, incluso como administrativo recibiendo a las personas, y a uno no le extrañaría que tenga en sus manos muchas de estas partículas. Pero puede explicar porqué. Esa persona puede decir "yo trabajo en un polígono de tiro", entonces la contaminación es natural.
La mayor parte de las personas no tenemos esas partículas, entonces por eso se llaman "CONSISTENTES". Aunque no son prueba suficiente y no pueden ser usadas como un modo de acusar a una persona de haber disparado un arma.
Voy a ser reiterativo en algo. La partícula "CARACTERÍSTICA" está conformada, por lo menos así lo vengo entendiendo, de tres elementos que están fusionados...
R.B.- Sí.
Las que son: plomo, bario y antimonio
http://www.ifir-conicet.gov.ar/index.php/es/noticias-institucionales/301-usos-forenses-de-la-microscopia-electronica-de-barrido
lunes, 19 de octubre de 2015
LEVANTAMIENTO DE TEJIDO HEMÁTICO, ¿Cómo levantar sangre en el lugar de los hechos?
Comparto este pequeño video realizado por motivo del Curso de Levantamiento de Indicios de Origen Biológico: https://www.dropbox.com/s/2m9h3tvuei2dugg/VIDEO%20OSCAR%20CIFUENTES.mp4?dl=0
miércoles, 30 de septiembre de 2015
DECALOGO MEDICOLEGAL
(Cuadernos de Medicina Forense. Año 1, Nº3, Editorial)
DECALOGO MEDICOLEGAL
Editorial. Prof. Dr. Nerio Rojas. Medicina Legal. El Ateneo, 1953
INTRODUCCION
Toda la ciencia busca su síntesis en ciertos principios concretos. La ética persigue el mismo fin para dar bases normativas a la conducta. Es a lo que aspira también la moral con los diez mandamientos que Moisés habría recibido de Dios en el Sinai. Son "diez palabras" de sabiduría, o sea el Decálogo. En un campo menos vasto y guardadas las proporciones, la medicina legal podría también tener el suyo. No ya como normas deontológicas de orden moral para el ejercicio de la profesión, sino como normas técnicas de orden práctico para la realización de los peritajes forenses. Es lo que intento concretar en estas páginas en forma de diez postulados que puedan servir de guía general a los peritos. Es a lo que llamo un decálogo médicolegal.
1º El perito debe actuar con la ciencia del médico, la veracidad del testigo y la ecuanimidad del juez.
El perito necesita, desde luego, saber medicina, sin requerir para ello ser una enciclopedia médica. Debe conocer bien los hechos fundamentales de su ciencia y seguir la evolución de los conocimientos en continua renovación, pero sin llegar a ser un profundo especialista en cada materia. En la inmensa mayoría de los casos, las cuestiones complejas, de doctrina, más o menos discutibles, tienen reducido o ningún valor en la práctica médicolegal, donde se trata de hechos especiales para resolver cuestiones más concretas. Ciertas materias tienen naturalmente más importancia que otras, aunque todas deben ser conocidas. Son fundamentales por la mayor frecuencia de los casos: psiquiatría, anatomía patológica, las dos patologías, sobre todo la quirúrgica, y obstetricia, especialidades a las cuales el perito debe dar mayor preferencia, por razones evidentes que no necesito comentar. Psiquiatría y traumatología son, en realidad, las dos fundamentales. Pero no hay que creer que baste ser alienista o cirujano para ser buen médico legista, aunque entre nosotros suele hacerse la confusión con los psiquiatras, quizás porque aquí los dedicados a medicina legal somos por lo general alienistas. Pero el psiquiatra solamente clínico, es tan médico legista como el partero o el cirujano. Y si la psiquiatría argentina ha dado y sigue dando excelentes peritos, estamos todavía esperando en medicina legal, a los cirujanos que aborden con eficacia el estudio completo de la traumatología forense. Pero no hay que olvidar que no basta ser un buen médico para ser un buen perito.
El médico legista debe además ser siempre verídico, aun con mis razones que un testigo, dada la importancia de su palabra en el juicio. La sinceridad, la veracidad, deben ser un culto en él, no sólo para escapar de las sanciones penales por falso testimonio, sino para cumplir con el imperativo moral que condiciona su función ante la justicia.
Ha de realizar todo ello con la ecuanimidad de un juez, con absoluta objetividad. Juzgará los hechos comprobados con un criterio riguroso y exacto, sin ceder a la tentación de la amistad o de la codicia. Pero el suyo no puede ser en la ocasión un criterio exclusivamente médico, pues este suele estar en desacuerdo con la solución jurídica o legal. El perito debe tener un criterio médicolegal, que s61o podrá adquirir conociendo la doctrina jurídica esencial y la legislación aplicable al caso sometido a su dictamen. Solo así le podrá ser siempre útil, pues sabrá cuales son los puntos que debe aclarar y con qué norma ha de hacerlo. Esta es la causa habitual de las deficiencias de los informes médicos. Razón tenía Legrand du Saulle cuando después de hablar de la ignorancia en medicina legal entre abogados y médicos, decía: "En los dos casos, el abogado no ha abierto jamás un libro de medicina mental y el médico alienista ha olvidado completamente de hojear el código". En ningún país (sobre todo para los no alienistas) más que en el nuestro, resulta aplicable esta opinión del gran maestro francés.
2º Es necesario abrir los ojos y cerrar los oídos
Esta excelente norma fue ya aconsejada por Devergie. Es una fórmula inteligente que marca la línea de conducta más prudente, segura y eficaz: abrir bien los ojos, para ver por sí mismo con exactitud, y cerrar los oídos, para no hacerse eco de las palabras siempre tendenciosas de las partes en juicio, o de los comentarios del público basados en prejuicios o pasiones. El perito debe comprobar personalmente y aislarse indiferente por encima de los intereses parciales en juego en cada causa.
Un gran peligro para el perito es el dejarse impresionar por el ambiente público, por la amistad sospechosa, por la simulación de las partes. En materia penal, el acusado o la víctima, en materia civil, cualquiera de las partes o sus parientes, intentan con frecuencia engañar al perito. El homicidio, según el procesado, habría sido en legítima defensa; según los deudos, habría sido un asesinato con alevosía con la víctima herida de atrás o sentada; en el juicio de insania, unos parientes afirmaran con vehemencia indignada y teatral que el enfermo es un perfecto imbécil, mientras otros sostendrán con energía que el supuesto alienado es un hombre muy inteligente. En general, salvo ciertos casos que el buen juicio del perito determinará, es mejor no guiarse por los datos de tal procedencia.
Hay que hacer todo lo contrario de lo aconsejado por Eduardo Wilde, quien con su humor de escéptico indicaba al perito "consultar con las solteronas del barrio" para orientarse en los sumarios oscuros, pues "no hay cosa que una vieja no sepa por sus vecinas".
Parientes o vecinos son casi siempre fuentes sospechosas de información y el perito que recurre a ellos con ingenuidad sigue un camino lleno de peligros. Conozco casos de colegas que olvidaron esta buena norma de abrir los ojos y cerrar los oídos y fueron inducidos en los mas graves errores. En todo caso, la perspicacia del perito sabrá discernir aquellos datos y personas merecedoras de su confianza. Sin duda, es preferible siempre hacer abstracción de esos antecedentes juicios. Y sobre todo, deberá saber que él no puede excederse y efectuar, so pretexto de averiguación médica, toda una investigación complicada con interrogatorio de testigos, pues se trataría de una información extrajudicial de discutible valor forense, como alguna vez ha quedado establecido en nuestros tribunales.
3º La excepción puede ser de tanto valor como la regla
En la práctica clínica corriente, el médico se guía sobre todo por los hechos más habituales, pero sin descuidar las posibles rarezas. Esta precaución es aun más necesaria y útil en medicina legal, donde siempre se trata de casos de especie, pues todo peritaje es un problema individual. Por eso mismo, el perito debe tener siempre presente la posibilidad de un hecho excepcional.
A veces, la justicia suele preguntarle "si es posible" que un hecho dado sucediera de tal modo. Aunque la regla en la lógica y los hechos imponga la imposibilidad, al perito debe bastarle saber que el hecho "puede" realizarse, aunque sea una vez en mil, para responder afirmativamente a la cuestión planteada. Aunque muy excepcional, el hecho no debe ser negado, pues el caso estudiado podría ser precisamente el de la excepción. Esto en cuanto a una posibilidad teórica o doctrinaria, pues puede suceder que ella deba ser rechazada en un caso concreto cuando aparece en contradicción con otros datos objetivos del caso mismo. Es ya cuestión de especie, que el perito resolverá con su ciencia y su buen criterio.
En estos trances forenses, el perito será muy cauteloso y administrará con precisión su vocabulario. Tres palabras le serán preciosas en su progresión de matices: verosímil, posible y probable. Hace poco un juez del crimen, entre otras, me planteó la pregunta "de si era posible que dos balas entraran por el mismo orificio". Responda que el hecho era posible, aunque "excepcional dentro de lo raro", y que en ese caso, un homicidio, no había datos para negarlo o afirmarlo por numerosas omisiones de los informes anteriores.
La excepción, pues, puede resultar de tanto valor como la regla ante las exigencias forenses, siempre individuales y concretas. Ello mientras se trate de una excepción sola para resolver el caso subjudice. Y en este asunto, reproducirá lo que decíamos en el informe sobre la muerte del doctor Carlos A. Ray: "Bien es cierto que la excepción, tratándose de hechos médicos, es siempre de valor y resulta aceptable en medicina legal, donde se busca aclarar un caso determinado, que puede precisamente constituir la excepción. Pero si un hecho excepcional es posible y en tal sentido el perito debe tenerlo en cuenta y aceptarlo como explicación, la situación ya cambia cuando, como en este caso, es necesario recurrir a la reunión de muchas excepciones, interpretando sólo con ello, absolutamente todos los datos que la investigación médica ha obtenido. Es evidente que en esa forma, tratándose de fenómenos no matemáticos, hay que tomar el conjunto de los datos. La posibilidad de un hecho así, con reunión de todas las excepciones, resultará ya inaceptable o por lo menos improbable, según la naturaleza de los datos.
4º Desconfiar de los signos patognomónicos
Es sabido que los llamados signos patognomónicos no pasan de ser una ilusión clínica. Desgraciadamente, esa exactitud de un diagnóstico basado en un solo signo de valor absoluto no existe: la precisión matemática no es aplicable a los problemas biológicos que el médico debe resolver. Si ése es el criterio clínico, el mismo y con mayor rigor debe ser el criterio médicolegal: el perito no puede confiar en la indicación de un solo signo, precisamente por la trascendencia de su opinión, cuyas consecuencias son a menudo irremediables.
Pero en este asunto es necesario distinguir los "signos" de las "pruebas". Los primeros son fenómenos o alteraciones objetivas que aparecen más o menos espontáneamente a la investigación del perito. Las segundas son formas de reacción o modificaciones provocadas deliberadamente por este. Si hay que desconfiar de aquellos, pues nunca son absolutos, se puede, en cambio, tener mi fe en el valor de las últimas, pues resultan el corolario de una pequeña experiencia, cuyo determinismo se conoce. Todo esto resulta corroborado por la práctica y por la historia médicolegal. El caso de las "manchas de Tardieu" es ejemplar: las equimosis subpleurales no tienen el valor patognomónico en el sentido de muerte por sofocación como lo sostuvo el sabio maestro. La situación es diversa cuando se trata de "pruebas" o reacciones. Así, por ejemplo, el resultado de la prueba de lcard, de inyección de fluoresceína para el diagnóstico de la muerte (en el vivo da color amarillo); o el de dosificación de alcohol en la sangre o la orina para afirmar o negar la ebriedad; o el de la docimasia pulmonar, con sus cuatro tiempos, para saber si un feto ha respirado o no.
Es natural que hay ciertos datos de un valor enorme, que el perito no puede desechar. Así, por ejemplo, el punto de Beclard, de osificación de epífisis inferior femoral que indica madurez del feto; o la presencia del tatuaje de pólvora en una herida de arma de fuego, que indica disparo desde poca distancia. Pero fuera de que estos signos, como otros semejantes, tienen variaciones de forma, intensidad, etc., hay casos de excepción y de hechos negativos.
La mejor norma pericial es recoger el mayor número de comprobaciones, tratar de coordinarlas y luego basarse en el conjunto para fundar las conclusiones. Poco importa que cada dato aislado sea discutible o de poco valor; la reunión de todos es lo fundamental para la convicción. En esto, como alguien dijo, también la unión hace la fuerza.
A falta de signos patognomónicos, el perito fundará su conclusión en la coordinación de todos los datos. En un trabajo anterior, yo he recordado que esa no suele ser la posición del abogado en el juicio. EI valor de los signos es distinto para el perito y para el defensor; el juez no debe olvidar que aquel suele guiarse por los signos positivos, mientras este prefiere hacer resaltar los negativos. La táctica forense induce a la defensa a destruir uno a uno, y sucesivamente, los signos en que el perito basa su opinión y esa tarea resulta a veces un ágil esfuerzo dialectico y abre la entrada a las hipótesis más desconcertantes, pues la confusión favorecerá siempre al acusado. El perito, en cambio, funda su conclusión en el conjunto de pruebas médicas, pues sabe que aisladamente, cada signo es insuficiente. El defensor procede por análisis y fragmentación crítica; el perito procede por síntesis y correlación lógica. Pero, suele suceder que aquel, al discutir los fundamentos, busque destruirlos individualmente e invoque contra uno argumentos que luego debe rechazar contra otros. El juez no debe, pues, olvidar esa diferencia de método entre el médico y el abogado, cada uno en su respectivo papel.
5º Hay que seguir el método cartesiano
El método aconsejado por el filósofo Descartes es, en realidad, excelente para cualquier investigación científica. Consiste, como es sabido, en seguir estas cuatro reglas esenciales: 1º No admitir jamás como verdadera ninguna cosa que no aparezca evidentemente como tal y evitar la precipitación o la prevención. 2º Dividir las dificultades en tantas partes como sea posible para resolverlas mejor. 3º Dirigir ordenadamente el pensamiento, comenzando por lo más sencillo y fácil para llegar a lo más complejo. 4º Hacer enumeración completa y revisiones sin omitir nada.
Este era el filósofo de la "duda" inteligente, lógica, exploradora. Es la actitud del sabio en la marcha de su investigación. Debe también ser la del perito en la solución del problema médico forense.
El método cartesiano, con sus reglas, exige del perito una actitud intelectual bien definida, para que la duda inicial no resulte una posición de escéptico capaz de quitar toda eficacia a su tarea. El perito debe tener y cultivar su perspicacia. En la práctica corriente, el médico cuenta con lealtad, la colaboración del enfermo y de su familia, factores con los cuales el perito no puede contar y, ya hemos visto, hasta debe desconfiar de ellos. En cambio de eso, a menudo encontrará mentira, interés, simulación: su perspicacia ?don natural o adquirido con la práctica? lo orientará para cumplir la primera regla cartesiana.
Para cumplir las siguientes, buscará por sí mismo las comprobaciones; se habituará a objetivar estableciendo las diferencias entre los diversos problemas propuestos y datos encontrados y sabrá juzgarlos con la luz de un buen criterio médicolegal, cuyos elementos hemos ya analizado en páginas anteriores.
Tratándose de normas de acción, este método podría ser sintetizado en los siguientes verbos: dudar, objetivar, comprobar, diferenciar y juzgar.
6º No fiarse de la memoria
Este es un consejo cuyo alcance es fácil de comprender. En el desarrollo del peritaje ?autopsia, examen de un enfermo, investigación de laboratorio? van comprobándose una gran cantidad de datos que a pesar de su importancia pueden ser olvidados del todo o en algunos de sus detalles, si el perito ha confiado en su memoria. Nada de esto sucederá si él ha tenido la precaución de tomar notas de todo a medida que los datos fueron apareciendo o haciéndolo inmediatamente después, lo que puede ser mejor con un delirante perseguido, por ejemplo. Si los peritos son varios, cada uno tomará sus notas o alguno de ellos podrá hacerlo para todos, si así se ha convenido.
La utilidad de este hábito es enorme. Las referencias serán así más exactas, pues en la memoria hay siempre una parte de olvido. Además, eso permitirá al final ver mejor el conjunto de observaciones y hasta podrán aparecer pequeños datos, de interés insospechado al principio.
Si los peritos están de acuerdo, tanto mejor; pero en caso de discusión, sea sobre los hechos mismos o sobre su interpretación, la existencia de anotaciones resultará de un valor precioso para establecer la verdad, y siempre se colocará en inferioridad de condiciones el perito que no haya tenido la precaución de tomarlas.
7º Una autopsia no puede rehacerse
Toda autopsia debe ser metódica y, sobre todo, completa. El perito ha de habituarse a ejercitar sus sentidos antes y después de cortar: ver, tocar y a veces también oler. Pero debe ver bien todos los órganos y hacer constar los detalles de valor médicolegal. Siendo así completo, el es más útil al juez y permite, si hay necesidad, el estudio de otro perito sobre los datos de su informe.
No debe darse por satisfecho con la primera comprobación que le parezca suficiente para explicar la causa de la muerte, pues la historia de la medicina legal conoce los casos de las sorpresas mis extrañas, que han resultado anécdotas algunas veces pintorescas y otras dramiticas.
Sobre todo, el perito tiene el deber de agotar su investigación de autopsia, pues si ella no es completa habrá perdido la oportunidad de aclarar todos los hechos a la justicia, la cual con frecuencia ya no podrá hacerlo en debida forma más tarde. Es lo que sucede cuando hay necesidad de una segunda autopsia, en la cual los nuevos peritos encuentran mayores dificultades no sólo por la putrefacción que ha avanzado, sino por las modificaciones de forma y situación de órganos o lesiones producidas por la primera necropsia.
Sin embargo, sucede a menudo que las deficiencias de los primeros peritos, obligan al juez a ordenar una exhumación para investigar con precisión algunos puntos en blanco. Los juicios en los cuales se ha hecho una segunda autopsia no son tan excepcionales por lo menos en tribunales provinciales, y hasta conozco casos en los cuales ha habido necesidad de tres, con diferentes peritos. Tal extremo no se explica sino por ignorancia máxima o por mala fe.
8º Pensar con claridad para escribir con precisión
Si todo problema clínico es un acto de lógica, ésta es aún más necesaria en la práctica médico forense.
Toda actuación pericial se compone de dos momentos intelectuales. El primero, de comprobación, es de análisis y de crítica, y debe resolverse siguiendo la norma quinta, que ya hemos estudiado. El segundo, de demostración, es de síntesis y de argumentación. Todo perito necesita desarrollar su aptitud dialéctica, pues su informe debe convencer. Su opinión no puede limitarse a una afirmación dogmática para justificar sus conclusiones, pues para apreciar el valor de esta prueba, de la cual puede apartarse, el juez debe conocer y pesar las razones en que se funda.
El perito necesita habituarse a redactar, pues lo fundamental de su actuación es escrita, situación que lo diferencia radicalmente de sus colegas de la práctica profesional. No necesita, desde luego, escribir con un estilo literario ?lo peor que puede suceder es querer hacer literatura?, pero debe escribir con corrección gramatical, sobriedad de estilo, seriedad técnica, claridad lógica y eficacia dialéctica.
La excusa de no saber hablar o escribir suele ser invocada por quienes no se dan la pena de estudiar bien y pensar mejor. Cuando las ideas son claras, la forma verbal adquiere diafanidad y precisión, las dos mejores cualidades del estilo, aun en la creación literaria y con mis razón en la científica.
El perito que primero piensa con claridad, asocia sus ideas con rigor lógico, sabrá argumentar con método y concretara sus conclusiones con precisión. De ese modo su actuación será más eficaz para la justicia. Esto no significa que la necesidad dialéctica ha de convertir al perito en un abogado de una de las partes. El perito sólo defiende la verdad científica y como su convicción es que ella coincide con su opinión, él debe fundarla con solidez para llevar esa misma convicción al espíritu del juez, que, como él, solo debe buscar la verdad. Esto, sobre todo, es útil, o mejor dicho indispensable, cuando se informa en disidencia con los colegas de peritaje.
9º EI arte de las conclusiones consiste en la medida
Una de las mayores dificultades periciales es la de redactar las conclusiones del informe. No sólo el pensamiento, o sea la opinión ha de ser muy exacto, de acuerdo estricto con las comprobaciones, sino que el vocabulario debe ser también muy preciso y bien dosado. A veces, una palabra puede cambiar todo un concepto, o prestarse a una interpretación que no estuvo en la mente del perito.
El arte de las conclusiones, además de la claridad, consiste en la medida. Hay que saber el límite de lo que puede afirmarse categóricamente. No hay que ser demasiado prudente ni temerario.
El perito sabrá triunfar de dos dificultades igualmente peligrosas: la timidez y la audacia. Su buen juicio le dará el límite exacto de sus afirmaciones posibles. Si el es de una prudencia excesiva, de modo tal que su exagerada crítica le convierte en escéptico, sus conclusiones serán de una timidez que le impedirá salir de la vacilación, de la duda, de la hipótesis, y la justicia carecerá de la comprobación firme que buscaba y necesitaba con el peritaje. Si, por el contrario, el perito es demasiado audaz, en forma tal que su precipitación le torna irreflexivo, sus conclusiones podrán resultar de una temeridad que le permitirá ser categórico en sus afirmaciones, pero la justicia correrá el riesgo de aceptar una conclusión no justificada por los hechos bien analizados. En ambos casos, el médico habrá llenado mal su función y habría hecho un esfuerzo sin eficacia y hasta perjudicial.
La ciencia y el buen criterio del perito le permitirán saber el valor de las diferentes comprobaciones, comprender que es lo que puede aceptarse como probado o cierto, en qué punto se puede ser categórico para afirmar o negar. Esa medida técnica y lógica deberá objetivarse en esa medida verbal de las pocas palabras de sus conclusiones.
10º La ventaja de la medicina legal está en no formar una inteligencia exclusiva y estrechamente especializada
Yo endoso complacido esta afirmación prestigiada por la firma de Lacassagne.
En efecto, dentro de la medicina misma, ella no puede encerrarse en una sola especialidad, como lo hemos visto en páginas anteriores, pues las abarca a todas, desde el punto de vista forense. Por los confines de la medicina, ella alcanza a la criminología, toca al derecho en ciertos aspectos civiles y penales, y por todo eso abre ante ella las perspectivas sociológicas y filosóficas más atrayentes. Exige por ello una cultura más vasta que otras ramas de la medicina y puede dar, como pocas, una sensación de plenitud intelectual.
Pero esta amplitud panorámica puede resultar peligrosa, pues suele por ello dársele límites imprecisos y hasta hay quienes piensan que es una ciencia verbalista, proclive a la improvisación. Consecuencia del primer error es que algunos la confundan con la medicina social, que es filantropía técnica o higiene, y poco tiene que ver con nosotros. En cuanto al segundo, baste decir que todo el esfuerzo moderno en medicina legal consiste en concretar su doctrina y objetivar en lo posible sus métodos, para darle el rigorismo severo de una verdadera disciplina científica y ponerla en sus procedimientos a tono con las otras ramas de la medicina.
Y ello es realizable y necesario, dentro de su amplia perspectiva intelectual y moral, pues la medicina legal tiene dos bases concretas de aplicaci6n: la ley, que es la forma positiva del derecho, y el caso forense, que es el hecho objetivo para la aplicación de aquella. Las normas pueden así concretarse en reglas y esto justifica los diez mandamientos que acabo de exponer.
miércoles, 23 de septiembre de 2015
BALÍSTICA, ¿cómo medir con el denominado "pie de rey", calibrador o calibre?
Muchas veces en el trabajo criminalístico tenemos que utilizar instrumentos de medición, uno de los principales es el denominado calibre, este instrumento correctamente utilizado, nos dará una aproximación a la real dimensión de un objeto. Se usa principalmente para determinar los calibres en armas de fuego y/o cartuchos, también se puede utilizar para medir profundidades. En el mercado existen de varios tipos y marcas, de acuerdo al detalle en su fabricación se tendrá su precisión.
A continuación se muestra una figura explicativa para una correcta medición, en este caso, de un cartucho.
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